¿Cuánto importa el número de núcleos en una tablet Android?

¿Es realmente un ventaja tan importante como podría parecer contar en una tableta con un procesador de cuatro núcleos, o aún mejor, de ocho, como con los nuevos modelos lanzados con el Snapdragon 810 de Qualcomm o hay otros factores que termina por limitar su potencial? Hacemos un repaso a las ventajas teóricas de los procesadores multinúcleo y os ofrecemos también los resultados de un test que ha tratado de comprobar si la teoría se cumplía en la práctica o si, como aseguran muchos, no es así.

La teoría

Desde hace ya algunos años parece que el número de núcleos que nos encontramos en los procesadores de nuestros tablets y phablets Android no ha dejado de crecer, pasando muy rápido de los chips de doble núcleo a los de cuatro núcleos, que ahora ya se encuentran incluso en las tablets de gama básica, y de ahí a los de ocho núcleos, que en los últimos tiempos han empezado a extenderse. Hace unas semanas, de hecho, Mediatek presentó un nuevo procesador (que no verá la luz hasta el año que viene, en principio) con una de CPU de nada menos que 10 núcleos.

MediaTek-Helio-X20

La lógica detrás del salto de los procesadores de doble núcleo a los de cuatro núcleos es fácil de entender: sencillamente, se consigue una mayor eficiencia si las distintas tareas programadas por una aplicación se puede ir ejecutando de forma paralela en distintos núcleos, si bien es cierto que esta compartimentalización tiene sus límites, ya que algunas tareas fundamentales sólo pueden ejecutarse a través de operaciones que se van sucediendo de forma lineal. En Android siempre se utilizarán al menos dos núcleos, porque uno está dedicado a enviar los gráficos a la pantalla, pero a partir de ahí, habrá casos en los que no habría beneficios por tener más núcleos a nuestra disposición.

Mientras que el primer salto a los cuatro núcleos podía resultar aún bastante intuitivo, de ahí en adelante los bailes de cifras pueden acabar pareciendo absurdos, y quizás algunos se pregunten para que necesitamos un procesador con una CPU de 10 núcleos. Hay que tener en cuenta, no obstante, que al contrario de lo que sucede con los ordenadores, en los dispositivos móviles este aumento del  número de núcleos no responde a una búsqueda de un mayor rendimiento, sino de una economización de la energía consumida, algo fundamental para incrementar al máximo su autonomía, sobre todo cuando tablets y smartphones no dejan de adelgazar a la par que aumenta la resolución de sus pantallas.

ARM big.LITTLE Exynos 5 Octa

Como probablemente sepáis, los primeros en introducir la arquitectura big.LITTLE que esconde detrás de estos procesadores de ocho núcleos, fue Samsung con sus Exynos Octa, aunque la fórmula se popularizo y otros muchos fabricantes han acabado adoptándola. Lo que esto significa es que la mayoría de los procesadores de ocho núcleos (con alguna rara excepción, ya que Mediatek llegó a lanzar procesadores con ocho núcleos reales) se componen en realidad de dos grupos de núcleos, uno de los cuales lo forman núcleos menos potentes y de menor consumo, que se emplean en tareas menos exigentes. En el caso del procesador de 10 núcleos de Mediatek, lo que tenemos son tres clusters de este tipo, en lugar de dos.

La prueba empírica

Hasta aquí la teoría pero, como siempre, lo importante es saber cómo funciona todo esto en la práctica, y son muchos los que siempre recuerdan que a pesar de todos los beneficios que podamos achacar a los procesadores multinúcleo, en realidad, nada de esto sirve de nada si las aplicaciones no están escritas para sacar provecho de todo ese potencial. A esto le ha acompañado una creencia bastante extendida de que las aplicaciones en Android están escritas, efectivamente, para un sólo núcleo. ¿Es eso cierto?

Pues para salir de dudas definitivamente en Android Authority han diseñado un test en el que se pone a prueba el funcionamiento de los distintos núcleos en un dispositivo con procesador Snapdragon 801, de cuatro núcleos, y en otro con procesador Snapdragon 615, de ocho núcleos: se ha corrido con cada uno de ellos una muestra amplia de aplicaciones sacada de entre algunas de las más populares (algunas tan básicas como Chrome, a la que corresponden las gráficas que os mostramos, o Gmail, y también juegos superventas como Riptide GP2 o Temple Run 2) y se ha comprobado empíricamente cuánto hacían trabajar a cada uno de los núcleos del procesador.

Nucleos en uso Chrome

Chrome nucleos en uso

Los resultados son bastante interesantes porque prueba que en todos los casos se ha hecho uso hasta cierto punto de todos los núcleos disponibles, incluso por parte de las más ligeras, como Gmail, aunque en ningún caso han estado todos trabajando al máximo nivel durante todo el tiempo y en algunos otros (concretamente en el de Temple Run 2) la mayor parte del trabajo ha sido realizado por un único núcleo. Parece, no obstante, que de lo que no cabe ninguna duda es de que en el procesador de ocho núcleos se aprovechan al máximo los núcleos menos potentes, a los que se está redirigiendo tareas constantemente para minimizar el consumo, por lo que si aún podría justificarse apostar por un procesador de dos núcleos en lugar de por uno de cuatro, elegir uno con arquitectura big.LITTLE será siempre una buena opción, aunque no por el rendimiento, sino por la autonomía.


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