Hace quince años arrancó una de las historias tecnológicas más influyentes de la última década y media: el 6 de octubre de 2010 vio la luz Instagram, creada por Kevin Systrom y Mike Krieger. Desde entonces, su base de usuarios ha crecido de forma vertiginosa, con hitos como el millón en semanas, diez millones en un año, mil millones en 2019 y, más recientemente, varios miles de millones de usuarios activos que la sitúan entre las plataformas más usadas del planeta.
Lo que empezó como un proyecto centrado en la geolocalización derivó en una red social de fotografías con filtros y estética instantánea. Con el paso del tiempo, la propuesta se ha transformado y hoy el protagonismo recae en los vídeos cortos, con Stories (modo efímero de Instagram) y Reels como estandartes, además de una identidad visual y un logotipo que también han evolucionado.
De Burbn a la app de las fotos
Antes de llamarse Instagram, el proyecto se bautizó como Burbn y quería ser una herramienta de check-in al estilo Foursquare. La realidad demostró que lo que más enganchaba eran las imágenes, así que el equipo giró el timón y apostó por una app dedicada a las fotos cuadradas con filtros y edición de foto, lanzada inicialmente en iPhone y con una estética que homenajeaba a las Polaroid clásicas.
El propio nombre surgió de mezclar “instantánea” y “telegrama”, un guiño a la idea de capturar y compartir al momento. En 2011 se ampliaron las posibilidades: llegaron más filtros, se elevó la resolución para aprovechar las mejoras de las cámaras móviles y se añadieron funciones básicas como la rotación al subir imágenes, junto a un primer retoque del logotipo.
La compra por Facebook y el despegue
En abril de 2012, Facebook acordó adquirir Instagram por 1.000 millones de dólares, una cifra que pareció desmesurada en su día y que hoy se considera una jugada maestra. El músculo de la compañía aceleró el desarrollo de funciones y la expansión internacional, convirtiendo a Instagram en un escaparate clave para marcas, creadores e influencers.
Años después, en 2018, sus cofundadores dejaron la empresa y el liderazgo pasó a Adam Mosseri. Ese mismo periodo vio nacer IGTV como app y formato para vídeos largos, una propuesta que nunca despegó y que se cerró en 2022, dejando paso a una estrategia más centrada en formatos verticales y cortos.
Del filtro al vídeo: funciones que marcaron época
La transición al vídeo arrancó en 2013 con la posibilidad de subir clips de 3 a 15 segundos. Dos años más tarde, en 2015, la plataforma rompió con su dogma inicial y permitió publicar en formatos distintos al cuadrado, incluyendo la vertical, un cambio que abrió la puerta a nuevas narrativas visuales.
2016 fue un punto de inflexión: la duración de los vídeos se elevó a 60 segundos y llegaron las Stories, contenidos efímeros de 24 horas inspirados en Snapchat. También se estrenó un feed con algoritmo, los borradores de publicaciones, los perfiles de empresa y la opción de desactivar comentarios, además de los “me gusta” en los propios comentarios.
En 2017 aparecieron los directos de hasta 60 minutos, los carruseles y el archivo de Stories con destacados en el perfil, mientras que en 2019 se retiró la pestaña Actividad (que mostraba los “me gusta” de quienes seguías) y se experimentó con ocultar recuentos de “me gusta” visibles, un intento por rebajar la presión social en la plataforma.
El año 2020 agregó Co‑Watching para compartir publicaciones en videollamadas y, sobre todo, dio protagonismo a Reels: vídeos verticales inspirados en la fórmula que arrasaba en TikTok, con un espacio propio en la interfaz y una apuesta creciente por el descubrimiento.
Crecimiento récord y relevancia cultural
Desde sus inicios, Instagram multiplicó sus cifras a una velocidad inusual y su influencia se extendió más allá de la tecnología. La plataforma ha marcado pautas de consumo cultural y comunicación, desde la forma de mostrar viajes o gastronomía hasta la visibilidad de movimientos sociales y campañas, con un lenguaje visual acelerado que domina la atención.
Marcas y creadores han aprendido a producir contenido para un consumo rápido y emocional, mientras la comunidad debate sobre el papel del algoritmo, la presión estética o la sobreexposición. Este equilibrio entre creatividad y bienestar digital es uno de los grandes retos que, a día de hoy, siguen sobre la mesa.
Seguridad, menores y polémicas
El debate sobre la seguridad ha sido constante. En 2021 salieron a la luz documentos internos y el testimonio de Frances Haugen, que alimentaron la discusión sobre el impacto de las redes en los más jóvenes. Desde entonces, Instagram ha reforzado controles, ha usado más IA de moderación y ha desplegado perfiles y medidas específicas para adolescentes.
También se han introducido herramientas para limitar contactos no deseados en menores y opciones para leer mensajes sin abrirlos, se añadieron pronombres en los perfiles y se han testado ajustes para dar más control al usuario. Aun así, expertos e instituciones piden mayor supervisión y transparencia, un desafío compartido por todas las plataformas sociales.
Cambios recientes y lo que viene
En 2022 llegaron las Notas, pequeñas actualizaciones de texto visibles en la bandeja de entrada, y en 2023 se incorporaron las insignias de pago (verificación) y los GIF en comentarios, además del empuje a Threads como complemento más conversacional y multimedia, integrando el ecosistema de Meta.
Las últimas novedades han potenciado el vídeo: Reels más largos de hasta tres minutos, mejoras de edición y subtítulos automáticos, carruseles de hasta 20 elementos y nuevas fuentes y comentarios para Stories pensados para amplificar el alcance. La edición creativa gana peso en la experiencia diaria.
Mirando al presente inmediato, la compañía ha puesto el foco en formatos móviles y ha ampliado su presencia en dispositivos: se ha anunciado y lanzado una app nativa para iPad, junto a novedades como Editar para perfeccionar vídeo y una función Mapas que despierta preguntas sobre privacidad, señal de que la plataforma sigue en plena evolución.
Aunque el ecosistema digital está más fragmentado y los hábitos de las nuevas generaciones cambian rápido, Instagram encara esta etapa con una combinación de memoria y reinvención: del cuadrado nostálgico a los clips verticales, de la foto cuidada a la espontaneidad, y de la simple publicación a la conversación y el comercio, una trayectoria que explica por qué sigue siendo un actor central.