Apple liberó la pasada semana iOS 10 y llega el momento de que esta última versión pase su verdadera prueba de fuego: el uso continuado y rutinario de cientos de millones de usuarios. No sin los habituales problemas que siempre surgen en un despliegue tan masivo y, prácticamente, simultáneo ya ha comenzado a exprimirse iOS 10 para ver hasta donde llega y cuáles son sus verdaderas mejoras en relación lo visto hasta la fecha en el Sistema Operativo.
El SO móvil de Apple tiene la fama de ser más fluido que Android y hasta hace un par de años tal vez era así. No obstante, tanto Google como los fabricantes se han puesto las pilas y ahora es difícil encontrar diferencias determinantes es una experiencia directa y real. Incluso Samsung, que ha contado tradicionalmente con el lastre de TouchWiz, en los dos últimos años ha soltado mucho lastre y hoy en día no tiene nada que envidiar a un Nexus. Dicho lo cual, no nos extraña que la nueva obsesión de los desarrolladores de iOS sea la de volver a tomar ventaja con los competidores.
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iOS 10: las diferentes pruebas de rendimiento
Los chicos de Appleinsider han hecho un par de comparativas para comprobar cómo se mueve iOS 10, primero en el terminal más antiguo compatible con la versión y luego en el más actual (sin contar el iPhone 7). A medida que va pasando el tiempo, el sistema va evolucionando y ofreciendo más prestaciones pero también requiriendo un hardware más avanzado para poder desplegarlas.
Es el claro caso de lo que nos encontramos en los dos vídeos grabados por este medio. Con iOS 10 en un iPhone 6S la mejoría respecto a la edición anterior es muy notable: todas las aplicaciones y efectos funcionan de forma más inmediata. Sin embargo, si nos vamos a un terminal antiguo, no está tan claro que merezca la pena actualizar, dado que se percibe cierto lago y la respuesta, en ocasiones, se demora.
La sombra que rodea a Apple con las actualizaciones
Existe la creencia popular de que la manzana diseña actualizaciones a partir de cierto tiempo para que los dispositivos antiguos no funcionen de forma tan aventajada y así obligarlos a los usuarios a comprar terminales de última generación. Sin querer descartar del todo esta hipótesis, vemos poco probable que esa sea la política de Apple, dado que gran parte de su valor de marca consiste funcionar siempre bien, incluso en equipos antiguos y de hardware modesto, mientras los Android acusan más, aparentemente, el paso de los años.
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Al fin y al cabo, los fans acérrimos de la manzana van a querer siempre el último iPhone o iPad, mientras que quienes, bien por economía o bien porque les dé un poco más igual el asunto, no renuevan su terminal cada poco tiempo, tampoco van a empezar a hacerlo porque las aplicaciones tarden medio segundo más en abrirse, ¿no?