En septiembre del año pasado, durante el IFA de Berlín, aparecieron una gran cantidad de tabletas y equipos convertibles con Windows 8 y RT. Muchos de ellos estaban fuertemente inspirados en la gama Transformer de Asus, orientados a la productividad, y coparon el mercado con precios bastante elevados en comparación con Android (un ecosistema en constante ebullición) e incluso con el iPad, el rey absoluto del sector, un equipo muy asentado que goza de un prestigio excepcional y una gran fidelidad entre sus usuarios. Así pues, la empresa se antojaba difícil.
Tras varios meses en mercado y después de que Samsung confirmara que no haría llegar su tableta con Windows RT a los Estados Unidos, la firma surcoreana ha decidido retirar el equipo de la venta en uno de los mercados europeos más poderosos, el alemán, y algunos otros más sin identificar aún, tras confirmar con sus distribuidores la escasa demanda que ha conseguido reunir la tableta hasta la fecha.
Este hecho pone de manifiesto dos cosas, la primera es obvia, a Windows aún le queda mucho trabajo por hacer hasta poder ofrecer a los usuarios una experiencia cercana a las de Android o iOS, además, un precio demasiado elevado cuando tu producto no está del todo maduro, puede acabar por hundirte (con un poco de suerte, Microsoft pondrá remedio a esto pronto). Por otro lado, el hecho pone de manifiesto la dependencia de Android como sistema operativo que sufren los fabricantes, incluso patente en una firma tan prestigiosa como Samsung, de la cual se ha especulado que podría poner en problemas a Google si decide hacer las cosas por su cuenta.
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